Siento vergüenza de los que no luchan, de los acomodados, de los que se resignan, de los cobardes, de aquéllos que no son capaces ni de defenderse a sí mismos.
Vergüenza de los gobiernos que se alían con los “mercados” en detrimento de las clases sociales más desfavorecidas.
Vergüenza de aquéllos políticos que prefieren el uso de la fuerza al diálogo.
Vergüenza de aquéllos sindicatos que antes de protestar tienen que mirar a ver quién hay gobernando.
Vergüenza del psicópata que dio la orden de detener a Encarna -la funcionaria de carrera que aparece en la foto- utilizando para ello un ejército de cinco policías.
Vergüenza del energúmeno que le retuerce el brazo, y del que en el furgón policial le arrebata el teléfono y la amenaza con colocarle unos grilletes como si de una vulgar delincuente se tratara.
Vergüenza porque en ese furgón antes que Encarna teníamos que haber estado los más de cinco millones de parados, la juventud mejor preparada de nuestra historia condenada a tener que irse de este país para poder trabajar, los pequeños y medianos empresarios que se han visto obligados a cerrar, la clase trabajadora que sin resistencia se ha visto despojada de todo derecho, los pensionistas a los que además de tener que subsistir con una miserable pensión se les impone el copago.
Vergüenza, y admiración hacia Encarna cuyo ejemplo de dignidad y valentía debiera hacernos reflexionar y comprender que entre todos, un mundo mejor y más justo sería posible.
USO LUCENA
Entrevista a Encarna
Ojalá hubiera muchas Encarnas no sólo en las Administraciones Públicas sino en toda España. Los sinvergüenzas y granujas tendrían mucho más difícil robar al pueblo.
ResponderEliminarVIVA ENCARNA. ABAJO LA POLICÍA REPRESIVA COMPLICE DEL ESTADO TOTALITARIO.
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