PISCINAS CUBIERTAS: "Cuando la Izquierda se Ensaña con el Obrero"

Hace ahora un año que comencé la rehabilitación de mi rodilla en la piscina cubierta de Lucena. Primeros ejercicios con mucho dolor, luego recordé sensaciones pasadas cuando practicaba triatlón sumando metros cada día, …

Desgraciadamente la intervención a la que me sometí no solventó del todo mis problemas y tuve que desistir de la idea de volver a calzarme unas zapatillas para correr, algo a lo que había dedicado buena parte de mi vida, algo que era consustancial a mí: mi pasión, mi forma de ser, …
todo giraba en torno al atletismo.

Evidentemente fue duro para mí. No es fácil cambiar unos hábitos, un estilo de vida. Psicológicamente (no me importa reconocerlo) sufrí un bajonazo terrible, el cual afortunadamente fue superado gracias al apoyo de mi familia. Pero también, he de reconocerlo, en el mismo jugó un papel fundamental la natación. Para mí era un reto diario acudir todos los días a la piscina e ir subiendo la distancia. Luego vinieron ilusiones nuevas como las 4 horas de nado solidario que llevé a cabo la pasada Navidad en Cabra o el próximo reto que tengo pendiente para mitad de julio.

Pero sería injusto olvidar también el papel que jugaron los trabajadores de esa piscina de Lucena en la que tantas horas he pasado. Desde los que están en recepción hasta los socorristas, pasando por limpiadoras, personal de mantenimiento, …

Ellos siempre tenían una sonrisa en el rostro, te saludaban efusivamente, te daban facilidades para todo, … vamos, de lo que es difícil encontrar. Por eso no es de extrañar que ya esos lazos fueran creciendo y estrechándose.
Sin embargo llevaba meses observando como ya no estaban como antes. No en su exquisito trato (ninguna queja al respecto) sino que sus caras denotaban preocupación. Comenzaron luchando por reivindicar sus derechos. Querían algo lógico: ser tratados como el resto de trabajadores del Ayuntamiento y que no se renovara la concesión de la explotación a una empresa de fuera.

Era época de campaña electoral. Y claro, no convenía que hubiera paros, que hubiera huelgas. En unas disputadísimas elecciones municipales cualquier voto cuenta. Se llegó a un acuerdo que se haría público después de los comicios, pero de momento, todo parecía mejorar.

Esa era la teoría. La realidad, otra. Recién constituida la nueva corporación las promesas, se las lleva el viento. Mucha gente (incluida la plantilla de la piscina) confió en el anterior alcalde, José Luís Bergillos. Pero éste ya no está. Los lucentinos pueden sentirse engañador por votar a una persona (en las municipales como se sabe se vota más al candidato que al partido) que luego abandona el timón cuando se da la circunstancia de su formación puede seguir manteniéndose en el poder. Eso sí, gracias al apoyo de Izquierda Unida. A saber las condiciones que pondrían éstos. “Blanco y en botella, leche” se dice y es vox populi cuales fueron las exigencias de IU, pero mejor corramos un tupido velo.

El hecho es que IU, esos que tanto habían apoyado a los trabajadores en sus protestas, asumieron entre otras la Concejalía de Deportes. Una de las primeras decisiones adoptadas por esta “coalición de izquierdas” ha sido meter la tijera en la piscina. Recorte brutal de horarios haciendo casi imposible que muchos usuarios puedan acudir, cierre los fines de semana, más de mes y medio totalmente cerrada a partir de agosto, … Los usuarios nos podemos indignar, nos podemos cabrear. Pero nada es comparable con lo que pueden sentir los trabajadores cuando pende sobre ellos nada más y nada menos que quince despidos. 15 familias sumidas en un drama. Más gente a la lista del INEM, … ¡viva la izquierda y el socialismo “obrero”!

Que estamos en crisis, lo se. Que la piscina no puede considerarse como un negocio, también. Pero un gobierno ya sea central, autonómico o municipal no puede ver sus servicios como una empresa que genera o no beneficios. Porque hay que recortar, por supuesto, pero nunca en bienestar. Nunca en un servicio social . Nunca en deporte y en salud. Eso lo último.
Durante estos meses he visto a personas mayores acudir cada mañana a la piscina. “Me da la vida” dicen. He visto a gente como yo que va a natación como medida rehabilitadora o terapéutica. He visto a gente de múltiples oficios que iba a nadar antes de acudir a su puesto de trabajo (algo que ya no podrán hacer porque ahora han tenido la “feliz idea” de abrir a las 11.30 de la mañana y solo dos horas) , …

El “recorte” nos ha alcanzado. Y repito, mucho peor la situación dramática de los trabajadores. A mí como ciudadano se me ocurrirían mil cosas más en la que meter la tijera: sueldos de los políticos, rebaja de dietas y gastos de representación, nada de agasajos en celebraciones múltiples, menos días (ojo, no supresión) de fiestas y el dinero invertido en ellas, menos visitas oficiales múltiples a determinados eventos, …

Me doy cuenta al escribir esto que muchas de estas cosas son las que se piden en el movimiento del 15 M, de los “indignados”. Evidentemente yo soy un indignado más. Y al igual que yo hay en estos momentos unos centenares más en Lucena. Seguro que muchos de ellos si volviera a haber elecciones se replantearían su voto. Los partidos se replantearían también sus decisiones. Pero claro, quedan aún cuatro años por delante y eso es aún mucho tiempo. Al menos el suficiente para hacer lo que les plazca. “Caiga quien caiga”.

Artículo de opinión escrito por
Victor Salazar Benítez.

Extraido del diario digital Sur de Córdoba

Título del artículo y fotos añadidas por USO LUCENA
Nuestro agradecimiento a Víctor Salazar así como al diario Sur de Córdoba