“Te he dejado verla con tus propios ojos, pero tú no entrarás en ella”Con estas palabras, desde el legendario Monte Nebo, Jahvé mostró a Moisés la Tierra Prometida.
Ante sus ojos tuvo la impresionante vista, sobre el Valle del Jordán, el Mar Muerto y el desierto de Judea, de esa tierra por la cual había vivido, luchado y soñado. Una tierra que le habían prometido, pero que nunca llegaría a conocer.
Con estas palabras quiero rendir un particular homenaje a aquellos que tras años de servicio nunca recibieron nada a cambio. Ni un simple gesto de agradecimiento.
A aquellos que, a pesar de haber realizado una gran labor, no fueron reconocidos.
A aquellos que, por un instante, devolvieron la ilusión, la esperanza, la calma, la sonrisa y el consuelo a quien los necesitó, aunque ese hecho solo permanezca en sus recuerdos.
A aquellos que tuvieron su momento de gloria, pero en el más absoluto anonimato.
Y es que en cada uno de nosotros hay una victoria, una gesta, una hazaña, una causa noble.
En cada vida dedicada a esta empresa hubo, al menos, un acto por el cual mereció la pena nuestra dedicación.
El auténtico triunfo es una secreta satisfacción interior, una toma de consciencia, en silencio, en soledad y en la más profunda intimidad de nuestro ser, de un deber cumplido.
Mi reconocimiento a aquellos héroes desconocidos cuya proeza, a pesar de no haber sido conmemorada o distinguida, vivirá para siempre.
Con estas palabras quiero rendir un particular homenaje a aquellos que tras años de servicio nunca recibieron nada a cambio. Ni un simple gesto de agradecimiento.
A aquellos que, a pesar de haber realizado una gran labor, no fueron reconocidos.
A aquellos que, por un instante, devolvieron la ilusión, la esperanza, la calma, la sonrisa y el consuelo a quien los necesitó, aunque ese hecho solo permanezca en sus recuerdos.
A aquellos que tuvieron su momento de gloria, pero en el más absoluto anonimato.
Y es que en cada uno de nosotros hay una victoria, una gesta, una hazaña, una causa noble.
En cada vida dedicada a esta empresa hubo, al menos, un acto por el cual mereció la pena nuestra dedicación.
El auténtico triunfo es una secreta satisfacción interior, una toma de consciencia, en silencio, en soledad y en la más profunda intimidad de nuestro ser, de un deber cumplido.
Mi reconocimiento a aquellos héroes desconocidos cuya proeza, a pesar de no haber sido conmemorada o distinguida, vivirá para siempre.
"Te he dejado verla con tus propios ojos, pero tú no entrarás en ella... precisamente para que triunfes sobre ti"
José Martos.
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